6 de Agosto de 2005

Soseki
vs

Dickens
                                                                                                                                                                                                                                                                                      Dickens vs Soseki Foto Fementido


Escuchando las esquizoides tonadillas del Rey Carmesí, me dispongo a escribir sobre literatura japonesa. La razón de tamaña empresa hay que cargársela al inglés John Lewell, autor de un libro que me parece indispensable para comprender mejor el amplio abanico de escritores japoneses que surgió tras la Restauración Meiji de 1868, titulado en inglés original, Modern Japanese Writers. Y como creo que es indispensable, pues aquí va.

Este tipo, que un buen día dejó de leer a Dickens y se atrevió con ese autor llamado Mishima Yukio, se queja de que hay muchos y buenos autores japoneses que todavía no han sido traducidos al inglés. Y con razón. Con la típica prepotencia anglosajona, ni por un momento comenta el hecho de que hay otros pobres seres en este mundo que también estarían gustosos de leer literatura japonesa en su propio idioma.

Los europeos tenemos suerte de que tenemos muchos tipos de literatura de muchos paises a mano, y de muchas épocas, sobre todo a partir del siglo dieciocho, donde la proliferación de novelas, teatro y relatos, aparte ensayos de todo tipo es descomunal. Como diría Don Quijote, "en menuda grandiosa y descomunal batalla nos hemos metido, amigo Sancho. Héte aquí, cobarde escudero, que ahora mismo voy a ir a despojar de sus mentiras a esa cuadrilla de fementidos que reposa en las lujosas almenas de ese castillo que ves y leen apócrifos nacidos para ser quemados". Pues sí. ¡Ojo!, que he dejado de lado la poesía, la filosofía y toda la tradición griega, romana, Cantos del Cid y demás palabrería. Porque yo también hablo de escritores de ficción, modernos. Tan moderno es Robinson Crusoe (publicado en 1719) como cualquier buena novela de aventuras publicada hoy en día, y casi seguro que mejor.

Así que con este ejemplo, Robinson Crusoe, el paradigma de novela que se lee de pequeñito, uno se educa en este formato de novela. Luego lee a Conan Doyle, o a Stevenson, o los relatos de Poe o a Scott, y si tiene suerte y su padre le compra un libro suyo, a Hoffmann. Creo que un buen porcentaje de niños empiezan así. Luego se crece, y cada uno se mete en los berenjenales que puede, aunque pongamos por ejemplo que la lectura de Dickens es algo general. La historia del niño maltratado, que crece, que vive aventuras, su primer amor, su trabajo, la primera muerte de alguien querido, ... y al final, se hace un hombre hecho y derecho.

Salgo de este patatal en el que me he metido, como buen fementido, y acepto críticas por resumir tanto en tan poco, y vuelvo a John Lewell, que como digo, un día se cansa de leer a Dickens. Y lee una novela de Mishima, "El sonido de las olas", con la que se queda impresionado.
A partir de aquí todo fue leer novelas japonesas que caían en sus manos, enclaustrado en las traducciones al inglés, por supuesto.
Pues algo parecido, o casi exactamente lo mismo, me pasó a mí. Leí "El pabellón de oro" de Mishima, que debe ser el autor japonés por excelencia con el que se inicia el gaikokujin, y me gustó lo suficiente para seguir leyendo al tipo, y poco a poco, muy poco a poco, empezar con otros autores japoneses, básicamente Kawabata y Tanizaki.
Después de haber pasado unos cuantos años, me empiezo a dar cuenta de lo poco que tienen que ver Tanizaki y Kawabata, por ejemplo, o por lo menos, se puede decir que son tan parecidos como Dickens y Conrad. O dentro del mismo autor, cómo pueden ser tan diferentes "Botchan" o "The Wayfarer" de Natsume Soseki.

Es ahora, digo, cuando empiezo a entender un poco ese formato general del que hablaba antes (en Europa está definido por ese Robinson Crusoe, por ejemplo), y se empiezan a aclarar algunas cosas con respecto a la ficción moderna japonesa. No hablo de Cantos de Heikes y Genjis y epopeyas al estilo del Cid.

En realidad me da la sensación de que en cuanto se empezó a leer de forma general novelas europeas en Japón (sobre todo francesas y rusas), es cuando nació la ficción moderna japonesa. No puedo leer algo japonés del siglo diecinueve o anterior que no me recuerde a la típica fábula china. Historias llenas de metáforas, conclusiones morales, y descripciones que se me hacen difíciles, porque se salen del molde que he leído desde niño.

Y leo una novela tan temprana en esta nueva tradición como Botchan, 1906, y me encuentro con que me recuerda a los despistados personajes de Kafka, que por aquel tiempo no había escrito practicamente nada. Y a cada uno le recordará cosas diferentes, pasajes de otras novelas, leídas hace mucho, pero está claro que estamos ante una estructura conocida. Claro, el bueno de Natsume Soseki estuvo en 1901 y 1902 trasegando novela tras novela europea en Londres.

Hasta aquí aporto una idea general de lo que quizás nos hace ser capaces de afrontar escritores japoneses, que más o menos difíciles, relatan en una forma y en un fondo más cercano a nuestra tradición europea. Y me he dedicado a mencionar más que nada a escritores ingleses, con la excepción de Poe, je,je, nacido en Boston, pero más europeo que otra cosa, porque son los ingleses, o mejor británicos, los que más me influyeron cuando era pequeñito.

Desde aquí, vuelvo de nuevo, y por fin, al libro de John Lewell, (que es en realidad de lo que quería escribir hoy) porque en su introducción establece precisamente seis características que son las que más pueden chocar al lector europeo que se enfrenta con una novela japonesa, a pesar de "la similitud" que he intentado explicar en vano, pues si hay alguien todavía que sigue leyendo esto, y ha entendido algo, le invito a que se tome un cafecillo y vuelva otro día.

- La primera sería (y a partir de ahora traduzco más o menos lo que dice el tipo añadiendo cosas de mi cosecha, - el que quiera leer el original dejando de lado mis aportaciones fementidas que se lea el libro, joder!, (perdón)), un muy fuerte y desarrollado sentido de lo visual. A través de la imaginación visual, el escritor consigue efectos emocionales y estéticos que son demasiado sutiles para ser de otra manera expresados. Los pasajes descriptivos, a diferencia de las largas y poco sutiles descripciones de Victor Hugo o Balzac, por ejemplo, no están para presentarnos una escena concreta, para meter paja, o para rebajar la tensión de capítulos más tensos. Representan a menudo el mísmisimo nudo gordiano de la narración, evocan cierto estado de ánimo, avanzan o resuelven incluso la historia o simbolizan las ideas filosóficas del autor. Los novelistas (poetas) románticos alemanes tienen algo de esto, pero el inglés se lo calla y yo no. Imaginemos un personaje que en pleno o-hanami esta algo borracho. Y el autor hace la siguiente descripción: "Kikucho se calló. El viento empezó a soplar, las pequeñas hojas rosáceas cayendo en lo que el próximo año sería una plataforma de cemento del nuevo parking del nuevo centro social de menores..." Se ve que no tengo esta sensibilidad, je,je

- La segunda sería la yuxtaposición de imágenes para crear un efecto poético. Esto queda muy bien pero es algo difícil de tratar. Se pone como ejemplo "The House Of the Sleeping Beauties" de Kawabata. Un tipo entra en una habitación. Directamente se fija en el obi (cinturón) del kimono de una chica. Y después pasa a describir el pájaro que aparece diseñado en el obi. Y asi, pareciendo que se pasan las fotos de un álbum, poco a poco el autor construye imágenes, motivos, y supongo yo que la gracia está en verle un sentido a todo ello. Complicado, la verdad.

- La tercera es más clara: la subestimación. Se pone un ejemplo de Tanizaki ("A Blind Man´s Tale"). A una mujer, a la que poco menos han dejado sin familia, siendo asesinado hasta el apuntador, le dice su enemigo: "Estoy seguro de que su Señoría ha sido grandemente molestada por las dificultades de la guerra". El escritor prefiere expresarse de una manera oblícua, menos obvia, sin detalles, y esto es especialmente efectivo, porque se elimina muchísima vulgaridad, y en los extremos de la pasión, coraje, depravación o sufrimiento, el escritor no entra a saco, como lo haría el mentado Poe, por ejemplo, tan influyente, paradójicamente, por otro lado, en la mayoría de escritores japoneses de principios del siglo XX. Otro ejemplo citado es la novela de la "lluvia negra" de Ibuse Masuji, en la que no es fácil tratar el tema de la bomba atómica, y debe recurrir a rebajar la importancia de algunos pasajes, cambiando de tercio de vez en cuando, y dejar al lector que piense por sí mismo. Creo que Lewell no habla del extremo más importante que sufre el ser humano, más allá de sufrimientos y pasiones, que es el de la Curiosidad. Yo mismo ahora leo "Kokoro" de Soseki. El personaje Sensei empieza a hablar de que ningún hombre es malo, si es puesto a salvo de tentaciones. El chaval que le escucha evidentemente se queda muy escamado con esto, y seguramente en una novela europea acto seguido se incluiría una perorata del Sensei, explicando algo sobre las tentaciones. Pues no en este caso; Soseki corta de raíz la escena con la aparición de un perro que ladra mucho y les interrumpe la conversación, dejando al chaval y al lector (europeo) con ganas de que se hubiera explayado más el autor. Pero es el lector el que debe pensar por si mismo.

- La cuarta, es la brevedad. En Europa para ser un escritor medianamente renombrado hay que escribir una novela, y no digamos ya en España, donde el género del relato corto y cuento está por los suelos, y quien se permite escribirlos es por ser amateur, o por ser muy famoso, y haber escrito antes novelas. En Japón, escribir un gran cuento puede suponer convertirse en un escritor tan importante como cualquier novelista. El clásico ejemplo de "Rashomon" de Akutagawa. Y es verdad, hay muchísimos volúmenes de relatos japoneses traducidos al inglés, echando yo en falta más novelas, pero una vez más, mis raíces me traicionan, y habría que pensar por qué en cierta manera valoramos más una larga y extensa y buena novela que un buen relato corto (en general).

- La quinta, se basa más que nada en algo característico al japonés en su comportamiento social, y que tiene que ver menos con el arte de escribir. Se trata de evitar una abierta confrontación entre los personajes. Esto tiene algo que ver con la tercera característica. Los personajes entre ellos subestiman hechos que pueden ser graves con tal de no llegar al enfrentamiento. Por lo que en principio, esto parece aburrido. Si no hay jaleo, no hay entretenimiento. Pero pasa todo lo contrario. El conflicto nunca desaparece, y es trasladado al interior de la mente individual del personaje. El escritor pues puede enseñarnos cómo las presiones sociales actúan sobre el indivíduo, y cómo cada uno responde a ellas. La ficción japonesa más que tratar temas "en sociedad", trata la sociedad desde el punto de vista del individuo, a menudo todo esto basado en la experiencia del propio escritor. El mismo Lewell cita "Kokoro" o las obras maestras de Osamu Dazai, "The Setting Sun" y "No Longer Human". El ejemplo del perro que aparece en escena en "Kokoro" también le sirve al autor para evitar una confrontación, y dar una importancia total al sentido estético e individual. Si el Sensei hubiera hablado más sobre las tentaciones a las que se ve sometido un hombre, estaríamos más ante una descripción social. Pero es un poquitín más tarde cuando Soseki vuelve al tema, pero ya dentro de la mente del chaval, que le da vueltas a la frase del Sensei.

- La sexta, y última. En el final de las novelas europeas parece que siempre alguien tiene que morir, nacer, encontrar finalmente una solución a algo, o desaparecer finalmente un problema, o dejar pensar al lector que el problema es irresoluble. Los autores japoneses se resisten a pronunciar demasiado los finales de las novelas. Les gusta dejar al lector con la sensación de que la vida dentro de la novela continua indefinidamente. Una vez más recurro a Soseki (The Wayfarer), "The Ruined Map" de Abe Kobe, o la única novela de Shiga Naoya, "A Dark Night´s Passing", también las comentadas de Dazai, donde uno se queda pensando en el futuro de estos personajes, a los que conocemos muy bien en su interior.

Aqui termina este pequeño resumen de las características, donde espero que haya quedado claro por lo menos que hoy no tenía ganas de dormir, y me gusta mucho este disco de King Crimson.
Los títulos de las novelas aparecen en inglés porque es en el lenguaje en el que están disponibles, con alguna excepción. Y que yo sepa, todas las comentadas, andan abandonadas en las bibliotecas de Osaka. Como curiosidad, de los 59 escritores que aparecen mencionados en el libro, aunque es difícil decirlo con exactitud, más o menos sólo 10 de ellos no han nacido o vivido buena parte de su vida en Tokyo.


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19 de Junio de 2007
El Almohadón de Hierba


Seguramente Horacio Quiroga cuando publicó su relato "El Almohadón De Plumas" en 1917, no sabía que Natsume Soseki ya había publicado su novela "Kusa Makura" en 1906.

Ambas obras no tienen nada que ver. ¿Seguro? Pues alguna relación veo yo. Leer la novela de Soseki se puede convertir en un proceso de lento vampirismo, de pequeños lametones que nos da la almohada mientras dormimos por la noche; lametones que nos barren con delicadeza viejas ideas, para agregarnos encima de éstas otras más viejas todavía. No ha sido un proceso fácil la lectura de esta novela.

- Los tres primeros y felices meses de matrimonio para la triste figura femenina que arrojaba su cabeza toda la noche en el almohadón de plumas, levantándose cada día más débil, antes de morirse prácticamente con toda la sangre succionada por algo que está dentro de la almohada.

- El comienzo de la novela de Soseki es con el que empieza el proceso de debilitamiento del matrimonio feroz que he tenido con la literatura japonesa estos años de vida en Osaka; es una premisa tan excelente como falaz:

Going up a mountain track, I fell to thinking. Aproach everythng rationally, and you become harsh. Pole along in the stream of emotions, and you will be swept away by the current. Give free reign to your desires, and you become uncomfortably confined. It is not a very agreeable place to live, this world of ours..

Se puede decir que Natsume Soseki fue un gran espía. Viajó a Europa (1900-1903), subvencionado por el gobierno japonés, para poder enterarse mejor de los entresijos de la cultura Occidental. Decía:

The two years I spent in London were the most unpleasant years in my life. Among English gentlemen I lived in misery, like a poor dog that had strayed among a pack of wolves.

El pobrecito perro espía volvió a Japón con la cartera llena de secretos a compartir con sus compatriotas. En I Am A Cat (1905) y Botchan (1906) se divierte. Pero en Kusa Makura no. Ataca con ferocidad lo Occidental; alardea de sus lecturas europeas, echa flores a algunos autores, pero en el fondo demuestra su disgusto por ellos.

Crítico con las ideas del progreso, hace apología de la naturaleza, como si fuera suya, como también hace suyo el consciente colectivo japonés. Nació en el momento adecuado, en el sitio adecuado, con el cerebro que se necesitaba para conseguir lo que consiguió. La labor que hizo por los japoneses el señor Natsume amortizó de sobra el dinero que se gastó en él el gobierno.

No fue con sus dos primeras novelas con las que pudo hacerse escritor a tiempo completo; fue con Kusa Makura con la que adquirió la reputación necesaria como para hacerlo, dejar las clases de la Universidad, y poder distribuir a sus compatriotas la idea de lo que debe ser el arte, la literatura desde un punto de vista japonés, vía artículos en el Asahi Shinbun.

Año 1906. Aquí veo yo el que podría ser un año esencial en la historia de lo que es el Japón moderno. Soseki recrea artísticamente (entre otros, pregunten en la Biblioteca y verán qué amablemente les atienden - supongo que habría que meter aquí también a Mori Ogai) poco a poco para todo el pueblo japonés lo que nunca fue su país, reconstruyendo ese inconsciente del artista japonés por excelencia, recogiendo cachos de por aquí y de por allá. Leyendas.

[Nadie se cree las Leyendas de Bécquer, pero no dejan de ser preciosas, ¿verdad? ¿Por qué los japoneses tienden a creérselas a pies juntillas las suyas? El señor Soseki podría responder a unas cuantas preguntas].

Una labor que llevaría a la extenuación a este hombre, muerto en 1916 de una úlcera de estómago.

La importancia pues de esta novela creo que es grande. Luego tiempo tendrá él de ponerse a redefinir más conceptos, como el del alma japonesa; en Kojin, 1912 o en Kokoro 1916, en las que intenta racionalizar todo de tal manera que hasta nuestros días ha llegado la idea de que un extranjero tiene alma, pero un japonés tiene Kokoro, y esto es algo que sólo lo pueden explicar ellos. O no me he enterado de nada yo en estos cuatro años, o es que los japoneses viven con demasiadas leyendas en la cabeza. Para justificar mi inversión de tiempo y de esfuerzo, me tendré que quedar con la segunda opción.

Gracias a señores como Natsume Soseki, los japoneses creen que entienden tan bien el alma del gaikokujin como la suya propia, pero que éste nunca entenderá el alma japonesa. Yo lo veo bien claro: por de pronto, llegar a pensar en esto es una generalización tan imbécil como cualquier otra. Pero, ¿se darán cuenta ellos? ¿Por qué uno empieza a hablar de alma en cuanto se adentra un poco en la psicología de un japonés? Me temo que al menos en España es un concepto que ya desapareció hace muchísimos años del vocabulario popular, por lo menos del personal ajeno a las Facultades de Teología. Sí, están tan teologizados, y a la vez tan libres de religión, como el mismo Soseki pensaba.

¡Soseki! Usted tan pesimista, ¿no se da cuenta de que entregando sus bocetos de un nuevo país en la imprenta hizo que le llegaran al público cuadros que éste tomó por terminados? ¿Qué tiene que decir ahora? Este país es un boceto. Y usted tiene parte de la culpa. Los trazos que faltan, ¿dónde están? ¡Soseki! Y no me venga ahora con el cuento de lo inacabado, de lo temporal, de lo efímero, de lo transitorio, de lo pasajero, de lo momentáneo, de lo fugaz. De lo racional y lo emocional, de la flor y del río que fluye. Ha pasado ya un siglo desde que usted intoxicó a todo un pueblo, y lo siguen haciendo sus descendientes, y aquí lo único que es transitorio y fugaz en este país es mi visado. Porque a los demás japoneses que me rodean les veo demasiado ávidos de recuperar lo permanente, lo indefinido, lo duradero, en forma de discursos, alegatos, islotes y sermones.


Soseki: Kusa Makura - Botchan - Foto Fementido


Necesito justificarme tras las tamañas afirmaciones que he escrito aquí. De momento a mí me valen. Quizás no me valgan dentro de dos años y me vuelvan a valer dentro de ocho. Es un artículo este con futuro, como pueden leer ustedes. ¿Eh? ¿Pero que hay alguien leyendo esto todavía?

A continuación copio de la traducción que he leído de Kusa Makura las frases que más me han impactado a mí, en estas fechas.

1- An artist is a person who lives in the triangle which remains after the angle which we may call common sense has been removed from this four-cornered world

2- There is not a single Western dish, with perhaps the possible exception of salad and radishes, which could be said to have an attractive colour. What the nutritional value is I am unable to say, but from the artistic point of view their food is extremely uncivilized. Japanese food on the other hand, whether it be soup, hord dóeuvres or raw fish is always beautiful.

3- Looking into the cake bowl which she had brought I saw that it contained some green "yokan" made from bean jelly. I think that of all cakes, yokan are my favourite. It is not that I especially enjoy eating them, but I consider that their smooth fine texture, and the way in which they become semi-transparent when the light falls on them, makes them indisputably an object d´art. These yokan were particularly pleasant to look at, for their green-tinged lustre made them look as though they were precious stones.

4- Whether you are comfortable or not depends entirely upon your frame of mind. Life is whatever you think it is. What the use of running away to the land of mosquitoes, because you are uncomfortable in the land of fleas?

5- It is, I agree, pointless merely to count off on your fingers the years yo have spent on this earth, and to pine for your lost youth. Nevertheless, by looking back over your life and reviewing all its various in turn, you should be able to recall those times when, with heart aflame, you lost yourself in pure happiness. If you cannot do this, then you have nothing left to live for.

6- She would, I thought, have had to be extremely naive not to be aware of the evil that was overtaking her. But it was uncanny if she was aware of it and yet did not consider it an evil. If this were the case, it meant that black was her natural home, and the reason why she could stroll about son nonchalantly between existence and non-existence was that this phantom shape which she had temporarily assumed was now returning to the obscurity from whence it had come.The way in which the pattern adorning her gown merged with the unavoidable black surround seemed to pint to her origin.

7- (Sobre los onsen) As I did so I felt my soul to be floating like a jelly-fish. The world is an easy place to live when you feel like this. You throw off the shackles of common sense, and break through the bars of desire and physical attachment. Lying in the hot water, you allow it to do with you as it likes, and become absorbed into it. The more freely you are able to float, the easier life becomes, until your very soul floats, you will be in a state more blessed than had you become a disciple of Christ. Following this train of thought, even the idea of drowning is not without a certain refinement and elegance.

8- I have no complaint to to make against classical Greek sculpture, but whenever I see one of those nude paintings which seem to have become the lifeblood of contemporary French art, I feel that somehow it is lacking in refinement, for it is obvious that the artist has gone to extremes to express the beauty of uncovered flesh. I cannot say that such paintings have ever perturbed me unduly, but I have from time to time, been annoyed at my inability to define why I thought them indelicate.

9- Japan produces her works of art with the attitude of a pick-pocket, while in the West everything must be on a grand scale, and is inseparable from the material world.

10- For the man of leisure there is no more refined nor delightful pursuit than savouring this thick delicious nectar drop by drop on the tip of the tongue. The average person talks of "drinking" tea, but this is a mistake. Once you have felt a little of the pure liquid spread slowly over your tongue, there is scarcely any need to swallow it.

11- I looked up sharply, thinking this too fortright a joke for a woman to make. I was surprised to find, however, that she was serious.
-´Will you paint a beautiful picture of me floating in the water? - Not in any pain you understand - but floating easily and peacefully in my eternal rest.´

12- In Japan, violets always give the impression that they are dozing. By no stretch of the imagination could one call them "a flash of divine inspiration" as did one Western poet.

13- He only holds the pen, and it is God who does the writing. Thus, apparently, he is free from all responsability. My stroll, and [Lawrence] Sterne´s method of writing had much in common, since they both drank at the well of irresponsability. On my side, however, the lack of responsability was greater, for I had not even relied on God. Sterne got rid of his responsability by thrusting it on to his Heavenly Father, but I, who have no God to take it from me, finally dispose of mine by throwing it into a ditch with the rest of the rubbish.

14- There is not a solitary bright landscape painted by an English artist. Perhaps the reason is that they dislike bright paintings, but with the air they have in England they could not paint one even if they wanted to. (...)
Nothing can be done about the divergence of individual tastes, but we must at least bring out that quality of air and colour which is peculiar to Japan when we take a piece of Japanese scenery as our subject.

15- As an artist, my specialization in mood and sentiment raises me above my prosaic neighbours, even though I am forced to share the same world with them. Furthermore, as a member of society, I occupy a position from which I may easily educate others, for I am more readily able to perform beautiful deeds than those who are strangers to poetry and painting, and have no artistic accomplishment.

16- The space beneath the heavens was filled with a limitless expanse of sparkling water on which the only discernible object was a white sail the size of a moth´s wing. This, I thought, was how ships crossong with tributes from Korea must have looked in olden times. Apart from that sail, my whole world was sun and sea; the one giving light, and the other receiving it.

17- If you stood on the approach to the Nihonbashi bridge in Tokyo, which hundreds of people cross every minute, and were able to elicit from each individual that went past what turmoil and confusion lay buried in his heart, you would find yourself bemused by the knowledge of what this world can do to a man, and life would become unbearable. There would have been no applicants for the job of standing at Nihonbashi and waving the flag to direct the trams were it not for the fact that the people a man in such a position meets come as strangers, and as strangers they go on their way.

18- ´That´s right, make a fool of me because I´m a woman´
´It´s because you are a woman that you say such foolish things´

19- Modern civilization uses every possible means to develop individuality, and having done so, tries everything in its power to stamp it out. It allots a few square yards to each person, and tells him that he is free to lead his life as he pleases within that area. At the same time it erects railings around him, and threatens him with all sorts of dire consequences if he should dare to take but one step beyond their compass.

En una tranquila tarde de domingo, repasen estas viejas frases que datan de 1906. Luego salgan a dar un paseo. Y cuando vuelvan a casa, comprueben que en su almohada no hay hierba ni vampiros.

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