6
de Agosto de 2005
Soseki
vs
Dickens
Escuchando las esquizoides tonadillas del Rey Carmesí, me
dispongo a escribir sobre literatura japonesa. La razón de
tamaña empresa hay que
cargársela al inglés John Lewell, autor de un
libro que
me parece indispensable para comprender mejor el amplio abanico de
escritores japoneses que surgió tras la
Restauración
Meiji de 1868, titulado en inglés original, Modern Japanese
Writers. Y como creo que es indispensable, pues aquí va.
Este tipo, que un buen día dejó de leer a Dickens
y se
atrevió con ese autor llamado Mishima Yukio, se queja de que
hay
muchos y buenos autores japoneses que todavía no han sido
traducidos al inglés. Y con razón. Con la
típica
prepotencia anglosajona, ni por un momento comenta el hecho de que hay
otros pobres seres en este mundo que también
estarían
gustosos de leer literatura japonesa en su propio idioma.
Los europeos tenemos suerte de que tenemos muchos tipos de literatura
de muchos paises a mano, y de muchas épocas, sobre todo a
partir
del siglo dieciocho, donde la proliferación de novelas,
teatro y
relatos, aparte ensayos de todo tipo es descomunal. Como
diría
Don Quijote, "en menuda grandiosa y descomunal batalla nos hemos
metido, amigo Sancho. Héte aquí, cobarde
escudero, que
ahora mismo voy a ir a despojar de sus mentiras a esa cuadrilla de
fementidos que reposa en las lujosas almenas de ese castillo que ves y
leen apócrifos nacidos para ser quemados". Pues
sí.
¡Ojo!,
que he dejado de lado la poesía, la filosofía y
toda la
tradición griega, romana, Cantos del Cid y demás
palabrería. Porque yo también hablo de escritores
de
ficción, modernos. Tan moderno es Robinson Crusoe
(publicado en 1719) como cualquier buena novela de aventuras publicada
hoy en día, y casi seguro que mejor.
Así que con este ejemplo, Robinson Crusoe, el paradigma de
novela que se lee de pequeñito, uno se educa en este formato
de
novela. Luego lee a Conan Doyle, o a Stevenson, o los relatos de Poe o
a Scott, y si tiene suerte y su padre le compra un libro suyo, a
Hoffmann. Creo que un buen porcentaje de niños empiezan
así. Luego se crece, y cada uno se mete en los berenjenales
que
puede, aunque pongamos por ejemplo que la lectura de Dickens es algo
general. La historia del niño maltratado, que crece, que
vive
aventuras, su primer amor, su trabajo, la primera muerte de alguien
querido, ... y al final, se hace un hombre hecho y derecho.
Salgo de este patatal en el que me he metido, como buen fementido, y
acepto críticas por resumir tanto en tan poco, y vuelvo a
John
Lewell, que como digo, un día se cansa de leer a Dickens. Y
lee
una novela de Mishima, "El sonido de las olas", con la que se queda
impresionado.
A partir de aquí todo fue leer novelas japonesas que
caían en sus manos, enclaustrado en las traducciones al
inglés, por supuesto.
Pues algo parecido, o casi exactamente lo mismo, me pasó a
mí. Leí "El pabellón de oro" de
Mishima, que debe
ser el autor japonés por excelencia con el que se inicia el
gaikokujin, y me gustó lo suficiente para seguir leyendo al
tipo, y poco a poco, muy poco a poco, empezar con otros autores
japoneses, básicamente Kawabata y Tanizaki.
Después de haber pasado unos cuantos años, me
empiezo a
dar cuenta de lo poco que tienen que ver Tanizaki y Kawabata, por
ejemplo, o por lo menos, se puede decir que son tan parecidos como
Dickens y Conrad. O dentro del mismo autor, cómo pueden ser
tan
diferentes "Botchan" o "The Wayfarer" de Natsume Soseki.
Es ahora, digo, cuando empiezo a entender un poco ese formato general
del que hablaba antes (en Europa está definido por ese
Robinson
Crusoe, por ejemplo), y se empiezan a aclarar algunas cosas con
respecto a la ficción moderna japonesa. No hablo de Cantos
de
Heikes y Genjis y epopeyas al estilo del Cid.
En realidad me da la sensación de que en cuanto se
empezó
a leer de forma general novelas europeas en Japón (sobre
todo
francesas y rusas), es cuando nació la ficción
moderna
japonesa. No puedo leer algo japonés del siglo diecinueve o
anterior que no me recuerde a la típica fábula
china.
Historias llenas de metáforas, conclusiones morales, y
descripciones que se me hacen difíciles, porque se salen del
molde que he leído desde niño.
Y leo una novela tan temprana en esta nueva tradición como
Botchan, 1906, y me encuentro con que me recuerda a los despistados
personajes de Kafka, que por aquel tiempo no había escrito
practicamente nada. Y a cada uno le recordará cosas
diferentes,
pasajes de otras novelas, leídas hace mucho, pero
está
claro que estamos ante una estructura conocida. Claro, el bueno de
Natsume Soseki estuvo en 1901 y 1902 trasegando novela tras novela
europea en Londres.
Hasta aquí aporto una idea general de lo que
quizás nos
hace ser capaces de afrontar escritores japoneses, que más o
menos difíciles, relatan en una forma y en un fondo
más
cercano a nuestra tradición europea. Y me he dedicado a
mencionar más que nada a escritores ingleses, con la
excepción de Poe, je,je, nacido en Boston, pero
más
europeo que otra cosa, porque son los ingleses, o mejor
británicos, los que más me influyeron cuando era
pequeñito.
Desde aquí, vuelvo de nuevo, y por fin, al libro de John
Lewell,
(que es en realidad
de lo que quería escribir hoy) porque en su
introducción
establece precisamente seis características que son las que
más pueden chocar al lector europeo que se enfrenta con una
novela japonesa, a pesar de "la similitud" que he intentado explicar en
vano, pues si hay alguien todavía que sigue leyendo esto, y
ha
entendido algo, le invito a que se tome un cafecillo y vuelva otro
día.
- La primera sería (y a partir de ahora traduzco
más o
menos lo que dice el tipo añadiendo cosas de mi cosecha, -
el
que quiera leer el original dejando de lado mis aportaciones fementidas
que se lea el libro, joder!, (perdón)), un muy fuerte y
desarrollado sentido de lo visual. A través de la
imaginación visual, el escritor consigue efectos emocionales
y
estéticos que son demasiado sutiles para ser de otra manera
expresados. Los pasajes descriptivos, a diferencia de las largas y poco
sutiles descripciones de Victor Hugo o Balzac, por ejemplo, no
están para presentarnos una escena concreta, para meter
paja, o
para rebajar la tensión de capítulos
más tensos.
Representan a menudo el mísmisimo nudo gordiano de la
narración, evocan cierto estado de ánimo, avanzan
o
resuelven incluso la historia o simbolizan las ideas
filosóficas
del autor. Los novelistas (poetas) románticos alemanes
tienen
algo de esto, pero el inglés se lo calla y yo no. Imaginemos
un
personaje que en pleno o-hanami esta algo borracho. Y el autor hace la
siguiente descripción: "Kikucho se calló. El
viento
empezó a soplar, las pequeñas hojas
rosáceas
cayendo en lo que el próximo año sería
una
plataforma de cemento del nuevo parking del nuevo centro social de
menores..." Se ve que no tengo esta sensibilidad, je,je
- La segunda sería la yuxtaposición de
imágenes
para crear un efecto poético. Esto queda muy bien pero es
algo
difícil de tratar. Se pone como ejemplo "The House Of the
Sleeping Beauties" de Kawabata. Un tipo entra en una
habitación.
Directamente se fija en el obi (cinturón) del kimono de una
chica. Y después pasa a describir el pájaro que
aparece
diseñado en el obi. Y asi, pareciendo que se pasan las fotos
de
un álbum, poco a poco el autor construye
imágenes,
motivos, y supongo yo que la gracia está en verle un sentido
a
todo ello. Complicado, la verdad.
- La tercera es más clara: la subestimación. Se
pone un
ejemplo de Tanizaki ("A Blind Man´s Tale"). A una mujer, a la
que
poco menos han dejado sin familia, siendo asesinado hasta el apuntador,
le dice su enemigo: "Estoy seguro de que su
Señoría ha
sido grandemente molestada por las dificultades de la guerra". El
escritor prefiere expresarse de una manera oblícua, menos
obvia,
sin detalles, y esto es especialmente efectivo, porque se elimina
muchísima vulgaridad, y en los extremos de la
pasión,
coraje, depravación o sufrimiento, el escritor no entra a
saco,
como lo haría el mentado Poe, por ejemplo, tan influyente,
paradójicamente, por otro lado, en la mayoría de
escritores japoneses de principios del siglo XX. Otro ejemplo citado es
la novela de la "lluvia negra" de Ibuse Masuji, en la que no es
fácil tratar el tema de la bomba atómica, y debe
recurrir
a rebajar la importancia de algunos pasajes, cambiando de tercio de vez
en cuando, y dejar al lector que piense por sí mismo. Creo
que
Lewell no habla del extremo más importante que sufre el ser
humano, más allá de sufrimientos y pasiones, que
es el de
la Curiosidad. Yo mismo ahora leo "Kokoro" de Soseki. El personaje
Sensei empieza a hablar de que ningún hombre es malo, si es
puesto a salvo de tentaciones. El chaval que le escucha evidentemente
se queda muy escamado con esto, y seguramente en una novela europea
acto seguido se incluiría una perorata del Sensei,
explicando
algo sobre las tentaciones. Pues no en este caso; Soseki corta de
raíz la escena con la aparición de un perro que
ladra
mucho y les interrumpe la conversación, dejando al chaval y
al
lector (europeo) con ganas de que se hubiera explayado más
el
autor. Pero es el lector el que debe pensar por si mismo.
- La cuarta, es la brevedad. En Europa para ser un escritor
medianamente renombrado hay que escribir una novela, y no digamos ya en
España, donde el género del relato corto y cuento
está por los suelos, y quien se permite escribirlos es por
ser
amateur, o por ser muy famoso, y haber escrito antes novelas. En
Japón, escribir un gran cuento puede suponer convertirse en
un
escritor tan importante como cualquier novelista. El clásico
ejemplo de "Rashomon" de Akutagawa. Y es verdad, hay
muchísimos
volúmenes de relatos japoneses traducidos al
inglés,
echando yo en falta más novelas, pero una vez
más, mis
raíces me traicionan, y habría que pensar por
qué
en cierta manera valoramos más una larga y extensa y buena
novela que un buen relato corto (en general).
- La quinta, se basa más que nada en algo
característico
al japonés en su comportamiento social, y que tiene que ver
menos con el arte de escribir. Se trata de evitar una abierta
confrontación entre los personajes. Esto tiene algo que ver
con
la tercera característica. Los personajes entre ellos
subestiman
hechos que pueden ser graves con tal de no llegar al enfrentamiento.
Por lo que en principio, esto parece aburrido. Si no hay jaleo, no hay
entretenimiento. Pero pasa todo lo contrario. El conflicto nunca
desaparece, y es trasladado al interior de la mente individual del
personaje. El escritor pues puede enseñarnos cómo
las
presiones sociales actúan sobre el indivíduo, y
cómo cada uno responde a ellas. La ficción
japonesa
más que tratar temas "en sociedad", trata la sociedad desde
el
punto de vista del individuo, a menudo todo esto basado en la
experiencia del propio escritor. El mismo Lewell cita "Kokoro" o las
obras maestras de Osamu Dazai, "The Setting Sun" y "No Longer Human".
El ejemplo del perro que aparece en escena en "Kokoro"
también
le sirve al autor para evitar una confrontación, y dar una
importancia total al sentido estético e individual. Si el
Sensei
hubiera hablado más sobre las tentaciones a las que se ve
sometido un hombre, estaríamos más ante una
descripción social. Pero es un poquitín
más tarde
cuando Soseki vuelve al tema, pero ya dentro de la mente del chaval,
que le da vueltas a la frase del Sensei.
- La sexta, y última. En el final de las novelas europeas
parece
que siempre alguien tiene que morir, nacer, encontrar finalmente una
solución a algo, o desaparecer finalmente un problema, o
dejar
pensar al lector que el problema es irresoluble. Los autores japoneses
se resisten a pronunciar demasiado los finales de las novelas. Les
gusta dejar al lector con la sensación de que la vida dentro
de
la novela continua indefinidamente. Una vez más recurro a
Soseki
(The Wayfarer), "The Ruined Map" de Abe Kobe, o la única
novela
de Shiga Naoya, "A Dark Night´s Passing", también
las
comentadas de Dazai, donde uno se queda pensando en el futuro de estos
personajes, a los que conocemos muy bien en su interior.
Aqui termina este pequeño resumen de las
características,
donde espero que haya quedado claro por lo menos que hoy no
tenía ganas de dormir, y me gusta mucho este disco de King
Crimson.
Los títulos de las novelas aparecen en inglés
porque es
en el lenguaje en el que están disponibles, con alguna
excepción. Y que yo sepa, todas las comentadas, andan
abandonadas en las bibliotecas de Osaka. Como curiosidad, de los 59
escritores que aparecen mencionados en el libro, aunque es
difícil decirlo con exactitud, más o menos
sólo 10
de ellos no han nacido o vivido buena parte de su vida en Tokyo.
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19 de Junio de 2007
El
Almohadón de Hierba
Seguramente Horacio Quiroga cuando publicó su relato "El
Almohadón De Plumas" en 1917, no sabía que
Natsume Soseki ya había publicado su novela "Kusa Makura" en
1906.
Ambas obras no tienen nada que ver. ¿Seguro? Pues alguna
relación veo yo. Leer la novela de Soseki se puede convertir
en un proceso de lento vampirismo, de pequeños lametones que
nos da la almohada mientras dormimos por la noche; lametones que nos
barren con delicadeza viejas ideas, para agregarnos encima de
éstas otras más viejas todavía. No ha
sido un proceso fácil la lectura de esta novela.
- Los tres primeros y felices meses de matrimonio para la triste figura
femenina que arrojaba su cabeza toda la noche en el
almohadón de plumas, levantándose cada
día más débil, antes de morirse
prácticamente con toda la sangre succionada por algo
que está dentro
de la almohada.
- El comienzo de la novela de Soseki es con el que empieza el proceso
de debilitamiento del matrimonio feroz que he tenido con la literatura
japonesa estos años de vida en Osaka; es una premisa tan
excelente como falaz:
Going up a mountain track, I
fell to thinking. Aproach everythng rationally, and you become harsh.
Pole along in the stream of emotions, and you will be swept away by the
current. Give free reign to your desires, and you become uncomfortably
confined. It is not a very agreeable place to live, this world of ours..
Se puede decir que Natsume Soseki fue un gran espía.
Viajó a Europa (1900-1903), subvencionado por el gobierno
japonés, para poder enterarse mejor de los entresijos de la
cultura Occidental. Decía:
The two years I spent in London
were the most unpleasant years in my life. Among English gentlemen I
lived in misery, like a poor dog that had strayed among a pack of
wolves.
El pobrecito perro espía volvió a
Japón con la cartera llena de secretos a compartir con sus
compatriotas. En I Am A Cat
(1905) y Botchan
(1906) se divierte. Pero en Kusa
Makura no. Ataca con ferocidad
lo Occidental; alardea de sus lecturas europeas, echa flores a algunos
autores, pero en el fondo demuestra su disgusto por ellos.
Crítico con las ideas del progreso, hace apología
de la naturaleza, como si fuera suya, como también hace suyo
el consciente colectivo japonés. Nació en el
momento adecuado, en el sitio adecuado, con el cerebro que se
necesitaba para conseguir lo que consiguió. La labor que
hizo por los japoneses el señor Natsume amortizó
de sobra el dinero que se gastó en él el
gobierno.
No fue con sus dos primeras novelas con las que pudo hacerse escritor a
tiempo completo; fue con Kusa
Makura con la que
adquirió la reputación necesaria como para
hacerlo, dejar las clases de la Universidad, y poder distribuir a sus
compatriotas la idea de lo que debe ser el arte, la literatura desde un
punto de vista japonés, vía artículos
en el Asahi Shinbun.
Año 1906. Aquí veo yo el que podría
ser un año esencial en la historia de lo que es el
Japón moderno. Soseki recrea artísticamente
(entre otros, pregunten en la Biblioteca y verán
qué amablemente les atienden - supongo que habría
que meter aquí también a Mori Ogai) poco a poco
para todo el pueblo japonés lo que nunca fue su
país, reconstruyendo ese inconsciente del artista
japonés por excelencia, recogiendo cachos de por
aquí y de por allá. Leyendas.
[Nadie se cree las Leyendas
de Bécquer, pero no dejan de ser preciosas,
¿verdad? ¿Por qué los japoneses
tienden a creérselas a pies juntillas las suyas? El
señor Soseki podría responder a unas cuantas
preguntas].
Una labor que llevaría a la extenuación a este
hombre, muerto en 1916 de una úlcera de estómago.
La importancia pues de esta novela creo que es grande. Luego tiempo
tendrá él de ponerse a redefinir más
conceptos, como el del alma japonesa; en Kojin,
1912 o en Kokoro
1916, en las que intenta racionalizar todo de tal manera que hasta
nuestros días ha llegado la idea de que un extranjero tiene
alma, pero un japonés tiene Kokoro, y esto es algo que
sólo lo pueden explicar ellos. O no me he enterado de nada
yo en estos cuatro años, o es que los japoneses viven con
demasiadas leyendas en la cabeza. Para justificar mi
inversión de tiempo y de esfuerzo, me tendré que
quedar con la segunda opción.
Gracias a señores como Natsume Soseki, los japoneses creen
que entienden tan bien el alma del gaikokujin
como la suya propia, pero que éste nunca
entenderá el alma japonesa. Yo lo veo bien claro: por de
pronto, llegar a pensar en esto es una generalización tan
imbécil como cualquier otra. Pero, ¿se
darán cuenta ellos? ¿Por qué uno
empieza a hablar de alma en cuanto se adentra un poco en la
psicología de un japonés? Me temo que al menos en
España es un concepto que ya desapareció hace
muchísimos años del vocabulario popular, por lo
menos del personal ajeno a las Facultades de Teología.
Sí, están tan teologizados, y a la vez tan libres
de religión, como el mismo Soseki pensaba.
¡Soseki!
Usted tan pesimista, ¿no se da cuenta de que entregando sus
bocetos de un nuevo país en la imprenta hizo que le llegaran
al público cuadros que éste tomó por
terminados? ¿Qué tiene que decir ahora? Este
país es un boceto. Y usted tiene parte de la culpa. Los
trazos que faltan, ¿dónde están?
¡Soseki! Y no me venga ahora con el cuento de lo inacabado,
de lo temporal, de lo efímero, de lo transitorio, de lo
pasajero, de lo momentáneo, de lo fugaz. De lo racional y lo
emocional, de la flor y del río que fluye. Ha pasado ya un
siglo desde que usted intoxicó a todo un pueblo, y lo siguen
haciendo sus descendientes, y aquí lo único que
es transitorio y fugaz en este país es mi visado. Porque a
los demás japoneses que me rodean les veo demasiado
ávidos de recuperar lo permanente, lo indefinido, lo
duradero, en forma de discursos, alegatos, islotes y sermones.
Necesito justificarme tras las tamañas afirmaciones que he
escrito aquí. De momento a mí me valen.
Quizás no me valgan dentro de dos años y me
vuelvan a valer dentro de ocho. Es un artículo este con
futuro, como pueden leer ustedes. ¿Eh? ¿Pero que
hay alguien leyendo esto todavía?
A continuación copio de la traducción que he
leído de Kusa Makura
las frases que más me han impactado a mí, en
estas fechas.
1- An artist is a person who lives in the triangle which remains after
the angle which we may call common sense has been removed from this
four-cornered world
2- There is not a single Western dish, with perhaps the possible
exception of salad and radishes, which could be said to have an
attractive colour. What the nutritional value is I am unable to say,
but from the artistic point of view their food is extremely
uncivilized. Japanese food on the other hand, whether it be soup, hord
dóeuvres or raw fish is always beautiful.
3- Looking into the cake bowl which she had brought I saw that it
contained some green "yokan" made from bean jelly. I think that of all
cakes, yokan are my favourite. It is not that I especially enjoy eating
them, but I consider that their smooth fine texture, and the way in
which they become semi-transparent when the light falls on them, makes
them indisputably an object
d´art. These yokan
were particularly pleasant to look at, for their green-tinged lustre
made them look as though they were precious stones.
4- Whether you are comfortable or not depends entirely upon your frame
of mind. Life is whatever you think it is. What the use of running away
to the land of mosquitoes, because you are uncomfortable in the land of
fleas?
5- It is, I agree, pointless merely to count off on your fingers the
years yo have spent on this earth, and to pine for your lost youth.
Nevertheless, by looking back over your life and reviewing all its
various in turn, you should be able to recall those times when, with
heart aflame, you lost yourself in pure happiness. If you cannot do
this, then you have nothing left to live for.
6- She would, I thought, have had to be extremely naive not to be aware
of the evil that was overtaking her. But it was uncanny if she was
aware of it and yet did not consider it an evil. If this were the case,
it meant that black was her natural home, and the reason why she could
stroll about son nonchalantly between existence and non-existence was
that this phantom shape which she had temporarily assumed was now
returning to the obscurity from whence it had come.The way in which the
pattern adorning her gown merged with the unavoidable black surround
seemed to pint to her origin.
7- (Sobre los onsen) As
I did so I felt my soul to be floating like a jelly-fish. The world is
an easy place to live when you feel like this. You throw off the
shackles of common sense, and break through the bars of desire and
physical attachment. Lying in the hot water, you allow it to do with
you as it likes, and become absorbed into it. The more freely you are
able to float, the easier life becomes, until your very soul floats,
you will be in a state more blessed than had you become a disciple of
Christ. Following this train of thought, even the idea of drowning is
not without a certain refinement and elegance.
8- I have no complaint to to make against classical Greek sculpture,
but whenever I see one of those nude paintings which seem to have
become the lifeblood of contemporary French art, I feel that somehow it
is lacking in refinement, for it is obvious that the artist has gone to
extremes to express the beauty of uncovered flesh. I cannot say that
such paintings have ever perturbed me unduly, but I have from time to
time, been annoyed at my inability to define why I thought them
indelicate.
9- Japan produces her works of art with the attitude of a pick-pocket,
while in the West everything must be on a grand scale, and is
inseparable from the material world.
10- For the man of leisure there is no more refined nor delightful
pursuit than savouring this thick delicious nectar drop by drop on the
tip of the tongue. The average person talks of "drinking" tea, but this
is a mistake. Once you have felt a little of the pure liquid spread
slowly over your tongue, there is scarcely any need to swallow it.
11- I looked up sharply, thinking this too fortright a joke for a woman
to make. I was surprised to find, however, that she was serious.
-´Will you paint a beautiful picture of me floating in the
water? - Not in any pain you understand - but floating easily and
peacefully in my eternal rest.´
12- In Japan, violets always give the impression that they are dozing.
By no stretch of the imagination could one call them "a flash of divine
inspiration" as did one Western poet.
13- He only holds the pen, and it is God who does the writing. Thus,
apparently, he is free from all responsability. My stroll, and
[Lawrence] Sterne´s method of writing had much in common,
since they both drank at the well of irresponsability. On my side,
however, the lack of responsability was greater, for I had not even
relied on God. Sterne got rid of his responsability by thrusting it on
to his Heavenly Father, but I, who have no God to take it from me,
finally dispose of mine by throwing it into a ditch with the rest of
the rubbish.
14- There is not a solitary bright landscape painted by an English
artist. Perhaps the reason is that they dislike bright paintings, but
with the air they have in England they could not paint one even if they
wanted to. (...)
Nothing can be done about the divergence of individual tastes, but we
must at least bring out that quality of air and colour which is
peculiar to Japan when we take a piece of Japanese scenery as our
subject.
15- As an artist, my specialization in mood and sentiment raises me
above my prosaic neighbours, even though I am forced to share the same
world with them. Furthermore, as a member of society, I occupy a
position from which I may easily educate others, for I am more readily
able to perform beautiful deeds than those who are strangers to poetry
and painting, and have no artistic accomplishment.
16- The space beneath the heavens was filled with a limitless expanse
of sparkling water on which the only discernible object was a white
sail the size of a moth´s wing. This, I thought, was how
ships crossong with tributes from Korea must have looked in olden
times. Apart from that sail, my whole world was sun and sea; the one
giving light, and the other receiving it.
17- If you stood on the approach to the Nihonbashi bridge in Tokyo,
which hundreds of people cross every minute, and were able to elicit
from each individual that went past what turmoil and confusion lay
buried in his heart, you would find yourself bemused by the knowledge
of what this world can do to a man, and life would become unbearable.
There would have been no applicants for the job of standing at
Nihonbashi and waving the flag to direct the trams were it not for the
fact that the people a man in such a position meets come as strangers,
and as strangers they go on their way.
18- ´That´s right, make a fool of me because
I´m a woman´
´It´s because you are a woman that you say such
foolish things´
19- Modern civilization uses every possible means to develop
individuality, and having done so, tries everything in its power to
stamp it out. It allots a few square yards to each person, and tells
him that he is free to lead his life as he pleases within that area. At
the same time it erects railings around him, and threatens him with all
sorts of dire consequences if he should dare to take but one step
beyond their compass.
En una tranquila tarde de domingo, repasen estas viejas frases que
datan de 1906. Luego salgan a dar un paseo. Y cuando vuelvan a casa,
comprueben que en su almohada no hay hierba ni vampiros.