18
de
Junio de 2005
Desde hace unos cuantos años tengo por buena costumbre (una
vez cada dos años) más o menos) ver esta
película. Ya direis, aquí esta otra vez el
Fementido soltando su rollo
para personajes de cine clubs. Y lo que os queda, sufridos pecadores.
El látigo y la rueda no se andan con monsergas de obispo
barato y pendenciero.
Pues si, ire al cine a ver Star Wars, (no quiero verla en una tele), y
cumpliré con la parte que me toca de apoyo a las corrientes
mas sucias del nuevo canonismo. Por cierto, decir, Chumari, alto
Inquisidor, que en Rumanía, nuestros "colegas" de
profesión, confundiendo realidad y ficción, el
otro día crucificaron a una pobre mancebilla de 23
años al parecer por albergar dentro de su cuerpo un
diablillo. Valga de homenaje para ella esta crítica, y que
la peor maldición caiga sobre los perros hambrientos que la
asesinaron de esa manera. Que se masturben eternamente con fuegos
candentes entre las manos. Y las monjitas que ayudaron en las tareas
preparatorias, seguramente haciendo valientes cacheos, que se les entre
y se les salga el gran pollón del macho cabrío
todas las noches por el culo. El Episcopado rumano, lleno de dudas
"ortodoxas", todavía no se ha pronunciado sobre la validez
de este exorcismo del siglo XXI.
Y ahora, paso a hablar de 2001. La primera vez que la vi de chaval, me
quedé dormido. Ayer también me quedé
dormido un ratillo. ¿Será que la
película es aburrida? ¿O será que
está más allá de las posibilidades de
un pobre cerebro asaltado sin compasión por "loops" de
memoria (que no necesitan ser mencionados aquí) repetidos
casi hasta el infinito?
Creo que es esto último. Para ver esta película
lo que se necesita es un día de intensa lectura de ciencia
ficción (si es de Arthur Clarke, mucho mejor), poca comida,
un poco de agua, y mucha reflexión. Es decir, lo que antes
se llamaba hacer meditación, (pero no religiosa,
¡cabrones!, siempre robando conceptos). Después de
esto, dormir las justas horas para no tener sueño, pero
tampoco para tener sensación de haber dormido demasiado.
Unas ocho o nueve creo que está bien. Quizás a
los japoneses les valga con 6 o 7.
Luego levantarse, fumar un cigarro si uno fuma, y poner la
película. ¡Ojo!, se debe hacer solo, sin
compañía. Que nadie le haga a uno preguntas
estúpidas durante la película.
Pues si, atrevido funcionariado de la hoguera, ver la Odisea es una
experiencia filosófica, histórica,
ciéntifica y encima, lisérgica. ¡Toma
ya! El que no esté preparado, que siga viendo
muñecos disparando disparates.
Desgraciadamente, en el entorno que vivimos ahora, estos preparativos
no están al alcance de nadie. Vamos a reconocerlo, porque no
quiero que penseis que ayer se me vino a la cabeza de repente un nuevo
tratado de comportamiento
humano. Simplemente, vi la
película, y ya está.
MUSICA
Allá por 1968 se comentaba que Pink Floyd podría
hacer la banda sonora de la película. Afortunadamente no
ocurrió así. Luego
un tal Alex North compuso la banda sonora entera, y todo fue bien,
hasta que al señor Kubrick le dio por incorporar la
música de Gyorgy Ligeti. Es gracioso, porque creo que fue
esta decisión la que en realidad ayudó a que la
película sea lo que es. Tanto a nivel de guión
como de imagen, a estas alturas, año 2005, la
película ha sido superada. Pero la combinación de
las imágenes con la música es lo que
verdaderamente funciona en ella, y no creo que ninguna
película de ciencia ficción la haya superado
(refiriéndome a esta combinación para explicar
este tipo de guión "en busca de la respuesta final", no a
otros guiones a los que les puede convenir otra combinación
mejor).
De hecho, escuchar la música de Ligeti es ya una experiencia
provocadora. Quien quiera defender la música
folklórica, la música local, que se deje de
mandangas varias, y escuche esta síntesis de sonidos, que en
realidad, no hace más que volver a la base del sonido, de la
música, y que tiene más cuerpo y alma que todas
las salsas y flamencos juntos (por ejemplo), a la vez que provoca y
hace pensar en nuevas aproximaciones (que cuenten las autoridades
comunistas húngaras que qué pensaron al escuchar
estos "ruidos" de Ligeti: "Pero este tío, de
dónde ha salido? Esto no es ese maldito rock yanki! Muy
bien!" Y Ligeti: "Imbéciles, si supiérais
qué es lo que escuchais,me fusilaríais al
momento")
Aparte de Ligeti, Kubrick añadió la
música de los dos famosos Strauss, que hacen su papel, y muy
bien, aunque quizás el "Danubio Azul" suene demasiado tiempo
a lo largo de la película. El adagio de Kachaturian es todo
un acierto también. Nada ha descrito la soledad mejor que
esta nueva genial combinación de imagen y sonido. Luego
vendrá la "nueva ola" de realismo sucio, que lleva casi
cuarenta
años intentando describir lo mismo (en formato
cotidiano, de bar, de problema familiar, de
ñoñismo llevado a la risa), y todavía
no lo ha conseguido (ni lo hará).
IMAGEN
La puesta en escena es quizás
lo que más ha
podido envejecer de la película. Algunos decorados
están muy apolillados ya. La escena de la reunión
anterior a la exploración en la base Clavius es bastante
frustrante hoy en día. Es lenta, y encima no tiene ninguna
belleza, aparte del banderín yanki que tienen que soportar
las pupilas del espectador. Las escenas de rescate del astronauta
traicionado por el superordenador HAL 9000 (paradigma tampoco
todavía superado de lo que es inteligencia artificial,
¿eh?.
señor Spielberg, payasete donde los haya) también
se pueden hacer algo pesadas, pero me remito a lo dicho antes, en esta
película no se trata de evadirse, sino de integrarse.
Lo impresionante de la película es que, en sus diversas
fases, uno vive el momento, uno se mete en el espacio y tiempo donde le
quieren meter. Tanto en las escenas primigenias, como en las
espaciales, antes de llegar a Saturno, y más
allá, uno se olvida completamente de lo visto antes, y
adquiere, como les pasa al resto de los personajes, y como por arte de
magia, el nuevo conocimiento transmitido por los monolitos TMA.
En la parte final, se desarrolla por unos cuantos minutos el
éxtasis definitivo de sonido e imagen, el matrimonio entre
el LSD y la ciencia ficción, la visión
más allá, en la que se han extirpado todo tipo de
razonamientos. La Naturaleza es lo único que sobrevive a
todo ello, apareciendo lejanos y misteriosos paisajes que desembocan en
la sala blanca (a la que no pienso que haya que buscar mas pies
explicativos de los necesarios) y donde se desarrolla hasta el
último punto posible la inteligencia humana, que ha
alcanzado tales velocidades de anticipación, que es capaz de
verse a si misma, en intervalos de futuro que pueden ser
años, siendo esto quizás lo más
pavoroso de la película. El único detalle que
sigue junto con el hombre, desde que es mono hasta que es lo que es al
final (sea lo que sea), es la necesidad de seguir comiendo.
Así que por un lado, el hombre sigue siendo tan animal como
lo ha sido siempre, y no ha conseguido zafarse de la
maldición que supone comer todos los días. Por
otro, ha avanzado tanto, que es incapaz siquiera de vivir
en el plano
espacial-temporal al que todos estamos acostumbrados.
CONCLUSION
La película tiene momentos evidentemente mágicos.
Otros que no lo son tanto.
Sigue siendo un punto de referencia claro en la ciencia
ficción. Su rival soviética, "Solaris", la de
1972, por
supuesto, no creo que esté muy lejos en cuanto a
carga inquisitiva, y desde luego la música de Artemiev, no
es algo que se deba despreciar. ¿A nivel visual? Prometo
pronta
crítica de la película,
para sufrimiento de las masas. La vi hace 4 años, pero me
toca verla de nuevo. También 2010, la
continuación de 2001. Decir que la novela de Clarke no
está pero que nada mal, siendo menos mística y
más técnica.
LO
MEJOR
Cuando los astronautas llegan a la Luna, a la base Clavius, se dirigen
hacia el monolito TMA-1, y se disponen a tocarlo con la mano, igual que
los monos, se sacan unas fotos, como si fueran turistas japoneses en
Granada, y de repente, (no se de quien sería exactamente la
idea, de Kubrick o Clarke, o quizás de Ligeti), suena un
pitido ensordecedor, que rompe todo el equilibrio y raciocinio humano.
Momento supremo. ¿Como se consiguió?
¡¡Con un
pitido!! El
razonamiento humano, la locura, la ignorancia, las relaciones entre
estas se construyen y se rompen con un pitido. Simplemente genial. Lo
que debería ser el origen de la música, el
sonido, no el ritmo.
CURIOSIDAD
Tan de moda que está ahora el templo de Yasukuni en Tokyo...
cuando lo visité el año pasado, no se me
escapó a los ojos una piedra funeraria medio escondida, en
la parte trasera del templo. A saber de quien? Lo misterioso, lo arcano
del tema es que tenía un parecido muy sospechoso con el
monolito TMA que aparece a lo largo de la película.
Rectangular, de color negro, no tan grande. ¿Será
quizás mucho decir que los japoneses se desarrollaron de tal
manera desde 1945 porque algún ingeniero japonés
tocó (a la manera de un mono) esta piedra que les
facilitó de golpe y porrazo un avance de inteligencia
técnica de algo así como 200 o 300
años?
¿Por eso viven tan rápido los japoneses?
¡Claro!
¡ya esta!
Los chinos no son tontos, y en realidad les importa un
rábano los libros de historia japoneses. Lo que no les gusta
es que los japoneses, vaya usted a saber por qué, son los
que poseen el monolito.
Dentro de unos años, empezarán éstos a
quedarse definitivamente en casa, y hacer pequeños viajes
mentales en el tiempo, mientras miles de HAL 9000 hacen las tareas
sucias y cotidianas. Ya los veo sentados en sus futones de nylon lunar,
mirada extraviada, y de repente cuando sorbían la sopa
sucedánea de miso, se ven limpiando el cacillo del nuevo
metal llamado Putondrio, sin acordarse de qué
coño han comido hace cinco minutos. ¡Este es el
futuro
amigos!, y quien no quiera verlo, ¡que salga a la calle!